El fin de las clases de Academic English
Se acabó, hoy mi querida Dr. Emily ha puesto fin a las clases de Academic mostrando a uno de los más grandes poetas y dramaturgos españoles y me atrevería a decir de Europa: Federico García Lorca. Aunque haya colocado Andalucía en los Pirineos y la haya tenido que corregir, agradezco el gesto de referirse a España y a su literatura. No es todo malo en nuestro país, como se suele mostrar en las clases de traducción. A pesar de que la doctora no ha hecho referencia a ninguna obra de este artista, aquí está el poema que sin duda todos conocerán por la canción de Manzanita:
Verde, que te quiero verde
Verde, que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
Y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
Ella sueña en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
Las cosas la están mirando
Y ella no puede mirarlas.
Verde, que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
Vienen con el pez de sombra
Que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
Con la lija de sus ramas,
Y el monte, gato garduño,
Eriza sus pitas agrias.
Pero, ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Sonando en la mar amarga.
-Compadre, quiero cambiar
Mi caballo por su casa,
Mi montaña por su espejo,
Mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
Desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
Este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo
Ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
Decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
Con las sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
Desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
Lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
Alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
Hasta las altas barandas,
¡Dejadme subir!, dejadme,
Hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
Por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
Hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
Farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
Herían la madrugada.
Verde, que te quiero verde,
Verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
En la boca un raro gusto
De hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
Cara fresca, negro pelo,
En esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
Se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
La sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
Como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
En la puerta golpeaban.
Verde, que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
Y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
Ella sueña en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
Las cosas la están mirando
Y ella no puede mirarlas.
Verde, que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
Vienen con el pez de sombra
Que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
Con la lija de sus ramas,
Y el monte, gato garduño,
Eriza sus pitas agrias.
Pero, ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Sonando en la mar amarga.
-Compadre, quiero cambiar
Mi caballo por su casa,
Mi montaña por su espejo,
Mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
Desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
Este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo
Ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
Decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
Con las sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
Desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
Lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
Alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
Hasta las altas barandas,
¡Dejadme subir!, dejadme,
Hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
Por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
Hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
Farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
Herían la madrugada.
Verde, que te quiero verde,
Verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
En la boca un raro gusto
De hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
Cara fresca, negro pelo,
En esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
Se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
La sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
Como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
En la puerta golpeaban.
Verde, que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
